"Mi vida es una vida hecha de todas las vidas: las vidas del poeta" (Pablo Neruda)













lunes, 24 de enero de 2011

Mijail Fokine


Mijail Fokine nació en San Petersburgo, hoy Leningrado, el 26 de abril de 1880, y cursó sus estudios de danza en la antigua Escuela Imperial de Ballet, anexa al Teatro Marinski de San Pertersburgo, hoy Teatro Kirov de Leningrado.

Hombre de inquietudes artísticas multifacéticos, muy pronto se sintió en contradicción con la forma en que se practicaba la danza en los teatros imperiales, donde el ballet estaba ahogado por la rutina, el conservadurismo, y la falta de creatividad de directores artísticos, coreógrafos y bailarines.

Fokine encaró la tarea histórica de iniciar su renovación, y produjo una verdadera revolución de los conceptos coreográficos de su época, en una acción que fue la base del renacimiento del ballet en el siglo XX en todo el mundo.

Se ha afirmado, no sin razón, que el ballet moderno comienza realmente con las primeras obras montadas por él para el Ballet Ruso de Serguie Diáguilev. Apartado de la atmósfera asfixiante del Teatro Imperial, fue en su asociación con Diáguilev que el corógrafo pudo llevar a la práctica de una manera íntegra y con todos los recursos necesarios, sus principios estéticos, con la colaboración de importantes creadores de la música y las artes plásticas.

Los principios de Fokine comprenden entre otros los siguientes puntos:

1-     Es preciso crear nuevas formas de movimiento que correspondan al carácter y a las sugestiones de la música, en lugar de adaptarles mecánicamente combinaciones de pasos de la técnica académica.

2-     La danza y el gesto carecen de sentido en un ballet, si no se ajustan estrictamente a la expresión de la acción dramática.

3-     Los gestos procedentes de la danza clásica tienen razón de ser dentro del ballet moderno cuando así lo requiere el estilo. Las posiciones de las manos no deben sustituir la expresividad que corresponde a todo el cuerpo en su integridad. El cuerpo del bailarín puede tener expresividad desde la cabeza hasta los pies y no debe haber ningún punto muerto o inexpresivo en él.

4-     Los grupos o cuerpo de ballet no tienen solamente un papel ornamental. El ballet debe progresar desde la expresión del rostro a la del cuerpo; desde el cuerpo del bailarín individual al del grupo, y de éste a la totalidad de las personas en movimiento en cada escena.

5-     La danza debe estar en una situación de igualdad con los demás factores del ballet: música, decorados y vestuario. Estos otros factores no deben imponerse a la danza, ni aquella debe independizarse de ellas, si se quiere hacer un ballet moderno. En él ya no existe más “música de ballet” sino música; no hay tutes ni zapatillas color rosa convencionales, y estrechamente ligados a determinado estilo. En el nuevo ballet hay que inventarlo todo en cada instante, aun cuando las bases de la invención sean establecidas por una tradición centenaria.

Fokine creía firmente en la técnica del ballet clásico, pero no la concebía como limitante expresivo, sino como un entrenamiento mediante el cual el bailarín podía alcanzar el dominio de su físico, con el mayor rendimiento posible, para luego de dominar el instrumento expresivo poder utilizarlo sin limitaciones en una amplia gama estilística y dramática.


Fokine vivió los últimos años de su vida alejado de la tierra que lo vio nacer, aunque nunca dejó de sentirse vinculado a ella en sus sentimientos, y mantuvo una relación respetuosa con el proceso histórico de su país, donde en todo momento ha gozado de consideración y el reconocimiento como una de las más inminentes personalidades en la historia del ballet ruso.


Fokine muere en la ciudad de Nueva Cork en 1942.



Prólogo de Pedro Simón
Memorias de un maestro de ballet de Mijail Fokine

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